CUANDO TODO SE DERRUMBA
Yo diría que la mayoría de las personas hemos pasado o estamos pasando por algún o algunos momentos difíciles, momentos cercanos al dolor o al sufrimiento, momentos en lo que sentimos que todo se derrumba y realmente es así; todo se derrumba.
Esos momentos son realmente duros de vivir. Nadie nos ha explicado cómo actuar cuando nos sentimos desprotegid@s, vulnerables y tremendamente angustiad@s. Parece que la sociedad nos invita a vivir situaciones de alegría y felicidad, pero no nos hablan de que pueden llegar momentos de consternación, donde no hay un suelo, ni una persona, ni un pensamiento al que aferrarse. Estás sol@ frente al vacío. Sol@ y perdid@
Son aquellos etapas en las que perdemos el trabajo, nos deja la pareja, muere un ser querido, aparece una enfermedad… Son esos instantes en los que aparece el miedo y el abatimiento porque no habíamos soñado con ese momento, no entraba en nuestros planes y de repente, todo se viene abajo.
Buscamos respuestas que llenen nuestra vacuidad, que la llenen como sea, de cualquier manera y que sea de una forma rápida, con tal de “volver a estar bien” con tal de ser “la misma persona que era antes” con tal de no escuchar el mensaje subyacente ni entrar en nuestro interior, ni permitirle expresarse a nuestras emociones.
Tenemos prisa porque esta situación pase y dejar de estar tristes. No queremos la tristeza en nuestra vida puesto que la vida de los demás suele ser más divertida, más feliz y sin ningún problema (al menos para nuestros ojos). Cuando nos convencemos de nuestra aflicción, nos vemos separad@s de l@s demás, nos vemos diferentes, lo cual todavía acrecienta más nuestro desconsuelo; pero en realidad, lo que hacemos de una forma inconsciente, es auto-engañarnos para evitar el momento presente.
Yo no tengo la varita mágica para decirte lo que tienes que hacer o sentir, sin embargo te hablaré desde mi experiencia, sin ánimo de convencerte, tan sólo de ayudarte. Desde ella me atrevo a decirte que no hay que hacer grandes cosas, no hay que luchar contra lo inevitable, no hay que ocultar las emociones, no hay que negarse a un@ mism@, tan sólo hay que soltar, dejar a un lado el control y abandonarnos al instante presente. Reconocer nuestro estado en esta etapa, sabiendo que no es para siempre y permitirnos sentir el miedo, la tristeza o el dolor. Saber que las emociones son universales (no las siento yo en exclusiva). Tomar conciencia de nuestra sombra para empezar a amarla.
Es aquí, en este tiempo, donde realmente más se crece. Ese tiempo en el que aparece lo desconocido, la falta de creencia en un@ mism@, mi escala de valores, el juicio, la desconfianza, la destrucción de mis ideales, la culpabilidad, el desasosiego… Es aquí donde deberíamos comprender que nada es lo que nos parece, nada y que así será en todas nuestras experiencias, puesto que una cosa es lo que percibimos y otra la realidad.
Es aquí donde deberíamos empezar a practicar el amor hacia nosotr@s mism@s, donde deberíamos ejercitar la compasión, donde deberíamos abrir el corazón y ser conscientes de que vivimos en medio de un maravilloso jardín lleno de flores y aún así, seguimos con los ojos cerrados. Aquí es donde deberíamos reconocer que es necesario que todo se derrumbe para volver a empezar
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