LA SOMBRA

LA SOMBRA

noviembre 1, 2017 2 Por celesteciudadpascual

LA SOMBRAIII

Todos sabemos que la luz no puede atravesar objetos opacos y como consecuencia de ello se producen las sombras. Los rayos de luz iluminan lo que hay detrás del objeto con más intensidad que en la zona donde se proyecta el objeto, esta zona aparece menos iluminada y recibe el nombre de sombra.

Vivimos en un mundo dual. Existen el bien y el mal, la noche y el día, el blanco y el negro, femenino- masculino, verano-invierno, viejo-nuevo… Y el individuo, sea hombre o mujer, no puede ser distinto al mundo al que habita, de lo contrario no podría adaptarse al entorno y moriría; por lo tanto, esa dualidad también está en nosotros y se manifiesta en muchos aspectos (pensamiento-acción, alegría-tristeza, hambre-ayuno, soledad-compañía…) Somos seres duales, independientemente de si nos gusta o no. Nuestra naturaleza, la que ha debido adaptarse a la tercera dimensión es dual y aunque parezca que ello conlleva un abanico escaso de probabilidades y elecciones no lo es, pues entre un blanco y un negro existe una gama interminable de grises.

Cualquier elemento luminoso contiene oscuridad y cualquier sombra es posible gracias a la luz de la que nace reflejada.

El amor se encontraría dentro de la luz como máxima expansión de la misma, así como la alegría, la ilusión y la felicidad. En el otro lado, se sitúa el miedo como máximo exponencial de la sombra, junto con la rabia, la culpa o la angustia. Todas estas emociones son humanas, cualquier persona ha sentido alguna de ellas (si no todas) en algún momento y hasta aquí, todo normal; lo que ocurre es que todavía no hemos hablado de la mente, sin embargo, cuando ella aparece todo cuelga de una etiqueta, todo se juzga sin nuestro permiso y entonces se produce el caos, la incomprensión, el dolor…

Para enraizarnos en el lugar en el que estamos, en el cuerpo que habitamos, en la Energía que somos, debemos primero aceptar nuestra condición, la que tenemos en este momento y fluir en el presente a través de la aceptación. Aceptar lo que somos, lo que tenemos, lo que no somos, lo que no tenemos, aceptar mi encarnación sabiendo que mi Ser de Luz contiene también una parte oscura sin la que mi luz no podría brillar, no podría existir.

Así pues, es necesario aceptar TODO lo que soy en este instante. Abrazar aquello que no quiero ver, ni re-conocer, ni sentir y fundirnos en uno, en lo que ya somos para conquistar la paz y habitar un mundo más tranquilo, una vida más natural, un cuerpo armónico y una chispa divina.

Para ello es importante hacerlo un hueco a la naturalidad y a la humildad, cualidades imprescindibles que olvida la sombra y desde las que es necesario acoger a esa parte oscura nuestra.

Somos luz y oscuridad, no es mejor una que otra, eso lo dicta la mente en función de cómo me siento. Si una emoción, una circunstancia, una elección me produce placer es bueno, pero si me produce rechazo o malestar es malo; eso es mente. Vivir lo que me llega en cada momento es corazón, es vida y aquí no tiene cabida la mente.

Escucha tu fuerza interior, pues tiene su base en tu sombra. La fuerza, la confianza, la autoestima, nacen en la sombra; por lo que se necesita incluir a la sombra en nuestro mundo amoroso si queremos ser personas armoniosas, saludables y empoderadas. Abrazar la sombra está intrínsecamente unido al abrazo contigo mism@ y con el Dios o la Diosa que ya eres.

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