DE FRENTE AL SUFRIMIENTO
El origen del sufrimiento humano reside en querer que las cosas sean de otro modo a como son. Quizás, el mayor de los sufrimientos lo sentimos cuando un ser querido muere. En ese momento, no en el momento del fallecimiento, sino en el momento en que tengo conocimiento de la noticia, sufro porque no quiero que esa persona muera, porque no quiero separarme de ella o porque no puedo pensar en que ya no puedo verla o abrazarla o escucharla. No sufro por esa persona, sufro por mí. Es mi dolor el que queda de manifiesto. Yo no sé cómo está o estará esa persona, pero sé que yo voy a sentir tristeza cuando no la vea o no pueda ponerme en contacto con ella. Sé que la voy a echar de menos y que seguramente, estaré triste y ¿qué ocurre entonces? Sencillamente, que no aceptamos nuestra tristeza, que no nos permitimos estar tristes o que la tristeza, la vemos como una emoción de poca valentía o como una muestra de vulnerabilidad y eso creemos que no está bien a los ojos de los demás. Pero ¿Te has planteado quiénes son los demás? Los demás son un reflejo de ti mismo, de lo que crees que ellos están pensando sobre tí. Sin embargo si les preguntaras lo que ellos creen de ti, tal vez su respuesta estaría muy lejos de tu propio pensamiento.
Sabemos de muchas cosas, llenamos nuestro cabeza de mucho conocimiento. Conocimiento sobre disciplinas o ciencias o historia, pero sabemos tan poco sobre nosotros mismos… Nos paramos tan poco tiempo a sentirnos, a observar nuestros pensamientos, a saber qué me está ocurriendo tanto por dentro como por fuera… Estamos tan separados de todo, incluidos nosotros mismos que encuentro lógico sufrir llevando una vida tan de puntillas como la que llevamos. Solo ante momentos en los que la vida nos muestra su grandeza, es cuando nos detenemos, de lo contrario, seguimos con el piloto automático, caminando sin rumbo, imitando el comportamiento de los demás.
LA AUTO-OBSERVACIÓN
El tiempo que viene es un nuevo tiempo. Como todos los tiempos, cada momento, cada día es un nuevo tiempo, una oportunidad para hacer las cosas de forma distinta, es un renacer, un volver a hacer… pues bien, el tiempo que nos llega pasará por necesitar de nosotros mismos, de nuestra fuerza interior y especialmente del amor hacia todo y hacia todos. Así que tal vez estemos viviendo el minuto de oro, ese minuto, ese instante en el que debamos volver la mirada hacia adentro para encontrar la salida hacia el edén. Volver la mirada hacia adentro, significa auto-observarnos, indagar en nuestros pensamientos, investigar sobre aquello que nos limita, dejar de sufrir y empezar a vivir nuestras vidas.
Byron Katie señala tres tipos de asuntos en el universo: los míos, los tuyos y los de Dios. Ella sugiere que buena parte de nuestras tensiones proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros asuntos. Cuando pienso: “necesitas encontrar un trabajo, quiero que seas feliz, deberías ser puntual” me estoy inmiscuyendo en tus asuntos. Cuando me preocupo por los terremotos, las inundaciones, la guerra o la fecha de mi muerte, me estoy inmiscuyendo en los asuntos de Dios. Si tu estás viviendo tu vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida ¿quién está aquí viviendo la mía? Ocuparme mentalmente de tus asuntos me impide estar presente en los míos. Me separa de mí misma y a la vez, me pregunto por qué razón mi vida no funciona. Pensar que yo sé lo que es mejor para los demás es estar fuera de mis asuntos. Incluso en nombre del amor, es pura arrogancia y el resultado es la tensión, la ansiedad, el miedo o el sufrimiento. ¿Sé lo que es adecuado para mí? Ese debería de ser mi único asunto. Deberíamos trabajar en eso, antes de tratar de resolver los problemas de los demás.
EL SUFRIMIENTO SE ORIGINA EN LA MENTE
El sufrimiento se encuentra en nuestra mente, crece en ella, cada vez que intentamos vivir la vida de los demás o de no aceptar los cambios que se producen en la nuestra. La vida entera es un cambio continuo y constante, incesante… Todo cambia, incluidos nosotros mismos. Cuanto antes lo aceptemos, más rápido alcanzaremos la paz interior y dejaremos de sufrir. Nos empeñamos en decirle a la vida cómo debe de ser, cómo tiene que ser con nosotros y también con los demás. Nos empeñamos en dictar las normas, en ser jueces, de la vida misma. Nos empeñamos en tener razón y la creamos. Creamos nuestros pensamientos y los manifestamos, tal vez por eso, también sufrimos.
Cualquier excusa le viene bien a la mente para sufrir, por ello deberíamos dejarnos descansar en el silencio de la meditación, para que la mente se vaya acostumbrando a esos momentos de silencio y de no ser ella la que nos dirija y controle. A través de la meditación, podemos encontrar momentos de tranquilidad y también de desasosiego, porque encontrarnos a solas con nosotros mismos, no siempre es agradable. Tarde o temprano, aparecerá la sombra, ese lado menos brillante que todos tenemos aquí en la Tierra, pero sin el cual no podemos mostrar nuestra luz. Así que también es importante, hacernos amigos de nuestra sombra, de aquellas partes de mí que tanto me disgustan, que por cierto, son las mismas que tanto me disgustan de los demás.
Al margen del dolor causado por la muerte de un ser querido, el sufrimiento tiene su origen en la mente y te diré algo que suelo comentar en mis clases de Yoga. La mente tiene tres características: La primera es que su naturaleza es negativa. La mente te recordará constantemente pensamientos negativos antes que positivos y repito, PENSAMIENTOS, no recuerdos, PENSAMIENTOS. La segunda es que la mente nunca está en el momento presente. Suele llevarnos hacia el pasado o hacia el futuro. Si observas en qué piensas mientras haces la comida o conduces o te duchas, te darás cuenta de que no estás viviendo ese momento, sino recordando otro momento o proyectándote a tu vida futura y así es que se nos pasa la vida tan rápido, porque no vivimos nuestro presente. Y la última característica de la mente es que todos los pensamientos que tenemos son cíclicos, es decir que suelen ser los mismos durante todo el día y lógicamente, durante todos los días.
LA MEDITACIÓN
La meditación podría ayudarnos a conocernos mejor y al hacerlo quizás también entenderíamos los procesos y lecciones de la vida, la maestría que nos entrega la vida de formas inesperadas. Aprender a parar la mente es algo que nos deberían enseñar en las escuelas y también en nuestro propio hogar. Practicar meditación en familia, en pareja, con amigos puede llegar a unirnos muchísimo, puede ayudar a estrechar nuestros lazos y a abrir nuestros corazones a los demás de una forma natural y amorosa. Y puede ayudarnos a manifestar nuestros propios milagros.
No tengo la solución para nada, porque a veces las cosas, los acontecimientos no tienen solución, tan solo hemos de vivirlos; pero te aseguro que la meditación y el trabajo interno te ayudarán a ver la vida de otra forma, te ayudarán a darte cuenta que no hay nada que cambiar, tan solo a ti mismo y que dejar de sufrir forma parte de nuestra evolución conciencial. Te darás cuenta, que cuanto más se expanda tu conciencia, cuanto más despierto estés, menos sufrimiento habrá en tu vida y más entendimiento. Cambiarás el sufrimiento por el entendimiento y descubrirás que TODO ES PERFECTO.
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