EL CAMINO DE LA ENFERMEDAD
Toda nuestra sociedad funciona movida por muchas creencias compartidas y a veces, dañinas. Una de ellas la encuentro muy recurrente y es la idea de que es “normal” que el cuerpo duela a partir de una cierta edad. Sin embargo, lo normal o más bien lo habitual, es que las personas reaccionamos físicamente del mismo modo en el que pensamos.
En los acuarios, se ha comprobado que si dos bancos de peces se separan por un cristal durante un tiempo, al quitar esa separación, los peces no invaden el recinto del otro bando.
La doctora Ellen Langer, profesora de psicología en la universidad de Harvard, realizó un estudio de cinco días en una residencia para mayores, con un grupo de voluntarios mayores de 70 años. Todos los voluntarios debían vivir en el presente como si fuera el año 1959. Debían ser como eran en aquella época; vestirse de la misma manera, ver programas de TV de aquél entonces, leer periódicos y revistas de ese año y hablar como si realmente estuvieran viviendo en el año 1959. Al cabo de los cinco días, Ellen Langer procedió a medir parámetros que se suelen deteriorar con la edad (y que no tienen por qué deteriorarse) tales como la audición, la cognición o la fuerza física y constató de una forma segura la mejoría que tuvieron estos voluntarios en aspectos como la memoria y la audición, además de comprobar un gran cambio en sus cuerpo físicos, puesto que la mayoría de ellos, presentaba un aspecto más joven.
Existen muchos estudios en el ámbito de la psicología y la medicina que demuestran cómo nuestras creencias o nuestra actitud, determina nuestro estado de salud físico y mental. Solamente la doctora anteriormente mencionada, tiene en su currículum más de 200 artículos publicados al respecto que, por supuesto, te invito a descubrir. Sin embargo, las creencias provienen de un pensamiento que se repite mentalmente en el tiempo y que llega a ocupar un espacio en el subconsciente, del que obviamente, raramente somos conscientes.
CREENCIAS DAÑINAS Y COMPARTIDAS
Dentro de este sistema de creencias compartidas, se encuentra también la convicción de que la enfermedad es un enemigo al que combatir. Incluso se utiliza este tipo de vocabulario bélico para referirnos a la enfermedad y estamos tan acostumbrad@s a ello que ya es algo muy común. No nos alarma hablar de la enfermedad como un adversario o como una experiencia hostil. Sin embargo, no nos paramos a analizar cómo puede convertirse nuestro propio cuerpo en un enemigo; cómo ha llegado a esta situación y si lo ha hecho solo o ha necesitado de ayuda.
La salud es «un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades» Desde mi punto de vista, el cuerpo necesita expresar cómo se está relacionando con su entorno y especialmente, con el Alma que lo habita. El estrés, la falta de autocuidado o la exigencia contínua a la que sometemos a nuestro cuerpo, tienen como resultado la aparición de algún síntoma, que no es otra cosa que la manera que tiene el cuerpo de hacerse notar o de reclamar atención. Síntoma es un indicio, una puerta que se abre a un conocimiento interno e incluso a un cambio o a un parón en nuestro modo de vida. Si el cuerpo se queja y no obtiene ninguna atención por nuestra parte, entiende que se encuentra solo en su camino, por lo tanto continúa por él, por ese camino que lleva hasta la enfermedad.
Cualquier pequeño malestar que sintamos, es una señal para hacernos entender que algo no marcha bien. Un dolor de cabeza o la hinchazón abdominal, no deberían de ser ignorados y mucho menos entendidos como un estado “normal”. No todo el mundo tiene o ha tenido dolor de cabeza, por lo tanto no es normal, más bien es un signo de que la salud se va resquebrajando y que tu cuerpo necesita algo que no le estás dando. Así que no esperes a que tu cuerpo enferme para cuidarlo, respetarlo y amarlo. No dejes que tu cuerpo enferme por falta de amor hacia él o por falta de agradecimiento.
Detrás de las campañas de publicidad sobre la moda o la belleza, existen mensajes subliminales que destruyen nuestra autoestima y cualquier tipo de relación amable y afectuosa que podamos tener con nuestro cuerpo; por lo contrario, lo que provocan es levantar un muro de distanciamiento y rechazo hacia él. Así que te animo a que te tomes un tiempo al día dedicado a tu salud, a tu bienestar.
HÁBITOS SALUDABLES
Te invito en primer lugar a que revises tus creencias y que te preguntes qué es para tí la salud. ¿De qué o de quién depende tu salud? Y por último ¿qué estás haciendo tu para contribuir a tu salud? Pueden considerarse hábitos saludables:
- Tomarse un descanso cada día
- Estar en contacto con la naturaleza
- Permitirte hacer actividades que te gusten y te conecten con tu alegría
- Escuchar música o palabras que nos alienten y nos hagan creen en nosotr@s mism@s
- Mirarse al espejo para reconocer nuestra propia belleza
- Decirse palabras bonitas
- Crear y rodearte de un entorno amoroso
Para terminar, me parece necesario subrayar la oportunidad que la enfermedad nos regala cuando aparece. Cualquier acontecimiento que se presenta en nuestra vida, de hecho lo es. Sin embargo, otra creencia social compartida es ver la adversidad como un problema, en vez de verlo como un reto que puede ayudarnos a hacernos más fuertes, más amorosos o más compasivos con los demás. La enfermedad no es un enemigo o un proceso al que temer. Tal y como postula el doctor Hammer, la enfermedad es la solución a un conflicto interno, un shock o un impacto emocional vivido que no hemos podido o sabido sostener. Si aparece la enfermedad, está llegando la disolución de ese conflicto y por lo tanto, la sanación de un aspecto de nuestro interior que permanecía callado y oculto.
La enfermedad es como la parte del iceberg que permanece sumergida y que además, suele ser la más grande y la más fuerte, tal y como quedó constatado el 14 de Abril de 1912 en el hundimiento del Titanic. Esta parte sumergida es la que contiene nuestras creencias, nuestros valores, la visión que tenemos de nosotr@s mism@s, los hábitos o nuestras motivaciones… Todo ello se pone de manifiesto cuando se genera una enfermedad en nuestro cuerpo; por lo tanto, lo peor que podemos hacer es callarla, dejar que pase o rechazarla.
La enfermedad no es una batalla que conquistar o un motivo por el que luchar. No es necesario luchar contra la enfermedad sino más bien reconocer con humildad nuestra vulnerabilidad. Reconocer que necesitamos de un tiempo de cuidado, de amor, de reconocimiento, de valoración, de pertenencia, de respeto, de atender nuestros sueños, de escuchar nuestros anhelos… En definitiva, de admitir que llega a nuestra vida un tiempo de cambio, donde lo anterior ya no nos sirve y debemos de alquimizar algo más que un órgano o una parte de nuestro cuerpo.
El cuerpo enferma cuando ya no se cree en él, cuando no se le respeta, cuando ya no se le ama… el desamor es la causa de casi todos nuestros males, sin embargo no habrá sanación posible si no entendemos que el cuerpo también se encuentra en la búsqueda constante de amor, del tuyo. Tu cuerpo necesita de tu amor y de tu agradecimiento. Recuerda que somos Almas ocultas bajo una apariencia humana, por lo tanto sin este cuerpo no podríamos llevar a cabo nuestros propósitos ¿Has descubierto ya el tuyo?
EL CAMINO ELEGIDO POR TU ALMA
La enfermedad puede ser un camino, tu camino, por tanto merece todos los respetos y la consideración. No viene para dar lástima, llega para que seas consciente de que algún hábito que repites te está dañando. Viene para darte una oportunidad, para ayudarte a crecer, para hacerte mover del sillón y para que te replantees qué es la vida para tí y si la estás viviendo como te gustaría.
Si tu camino es la enfermedad ¡abraza ese camino y recuerda que TODO ES PERFECTO! Si conoces a alguna persona enferma ¡ayúdale a que abrace su enfermedad! Fuera el victimismo. No somos víctimas, somos hij@s de Dios por lo tanto… D I O S E S. El Alma se manifiesta de múltiples formas, quizás la enfermedad sea una de ellas. Tal vez éste sea el primer camino verdadero de tu vida, el más sentido, el que te haga conectar con tu propósito, con el propósito de tu Alma, por el motivo que te hizo aterrizar en este planeta. Por un camino florido…
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