EL PODER DEL PERDÓN

EL PODER DEL PERDÓN

marzo 8, 2020 0 Por loscielosmasazules

¿Cuántas veces hemos estado anclad@s a un recuerdo doloroso que ha influido en toda nuestra vida, sin darnos cuenta de que la llave que nos hace soltar esas cadenas la tenemos cada un@ de nosotr@s a través del perdón? Nos dicen los Seres de Luz que al humano nos gusta mucho dramatizar y yo también lo creo. Nos cuentan que deberíamos tratar de quitarle peso a las historias que nos contamos, a lo que nos parece que es la realidad. Nos transmiten también que deberíamos mirar con los ojos del amor y no con los ojos de nuestras creencias.

Si algo muy, muy doloroso te ocurrió antes de ayer, no puedes dejar que tu mente alimente ese recuerdo de forma contínua, alimentando también tu odio y tu rencor. No puedes hacerlo, no porque esté “mal” o no sea correcto, sino porque es una forma de dañarte a tí mism@. Si alguien te hizo daño en el pasado y continúa doliéndote en el presente, eres tú quien te está haciendo daño ahora. A la otra persona, seguramente, se le habrá olvidado, pero tu eres quien te lo estás recordando constantemente, por lo tanto el otro ya no es responsable de tu dolor, eres tú mism@. Te encuentras ante tí mism@, ante un espejo, ante una batalla florida que liderar.

EL PERDÓN ES AHORA

El perdón sólo puede ser AHORA, es otra de las herramientas que nos sitúa en el presente, omitiendo todo el daño que pudimos sentir en el pasado sin negar todo aquello que ocurrió. El perdón no funciona en el futuro, no sirve de nada la postergación o retrasar el perdón para mañana. Es instantáneo, mágico, funciona únicamente en el aquí y ahora, sin embargo contiene un poder absoluto en aquello a lo que llamamos tiempo.

De la misma manera que no perdonas al otro, sino que te perdonas a tí mism@. Se trata de aligerar tu mochila para seguir tu viaje de la forma más liviana que puedas. El perdón no es para nadie más que para un@ mism@. Es un regalo que yo me entrego a mí, para ser más feliz, para estar en paz, para vibrar más alto, para serme fiel y sobre todo para cuidar de mí.

Se requiere valentía para perdonar. Tal vez tu podrías ver el perdón como un acto que muestra tu vulnerabilidad o aquellas partes más íntimas de nuestra sombra que no nos permitimos mostrar, pero yo lo siento como un acto al que sólo tienen acceso l@s valientes. Requiere salir de tu zona de confort, de tus patrones de comportamiento, de lo socialmente establecido como “comprensible” Se necesita también de la humildad que rechaza el ego para abrazar al otro sintiendo ese lazo de luz que nos mantiene unid@s por encima de nuestras creencias o nuestros pensamientos.

EL ARMA DEL GUERRERO

El perdón es una de las armas que porta el Guerrero de la Luz. Los guerreros de la luz cambian sus flechas por rosas, transforman la culpa en responsabilidad y su campo de batalla se encuentra e su interior. Estos guerreros saben que nada que ven fuera de ellos les es ajeno, pues sólo ven fuera un reflejo de su mundo interno.

El guerrero puede sentirse solo cuando perdona, sin embargo reconoce un triunfo interno que no necesita reconocimiento externo, lo que le lleva a sentirse amorosamente acompañado de una alta energía de amor que lo envuelve en el manto pacífico del ganador.

Perdonar nos funde con la vibración del amor. Bajo mi punto de vista sólo existen dos emociones básicas: el amor o el miedo. Cuanto más tenemos de una, menos espacio para la otra. Cuanto más amor, menos miedo; cuanto menos miedo, más amor. Tú eliges.

Las personas que guardan rencor, están ancladas al miedo. El miedo suele separarnos de los demás al hacernos creer que somos diferentes. El miedo nos aísla y nos invita a desconectar de la propia naturaleza humana.

PERDONAR PARA ENCONTRAR LA BONDAD

Yo creo en que la bondad existe en todos los seres humanos, en tod@s. También en l@s que asesinan, en l@s que maltratan, en l@s que engañan. Creo que estas personas sólo escuchan sus miedos, se han aislado del resto y se sienten diferentes. Creo que se han desconectado de la vibración amorosa que habita en ell@s  y atienden aquellos pensamientos que alimentan su miedo, transformándolos en ira y rencor; pero si pudieran recordar que TODOS SOMOS UNO, que no hay nada fuera que no me refleje quién soy, que lo que le hago a l@s demás, me lo hago a mí mism@, que el otro también soy yo…. Tal vez no cambiaría nada, tal vez los hechos fueran los mismos, pero seguramente, crecería el perdón, pues es la única forma que tenemos de volver a casa, de estar en paz, de vibrar en amor: perdonarnos a nosotr@s mism@s

El perdón es un acto hacia un@ mism@. Cuando recuerdas un sólo gesto o una sola palabra que una persona tuvo contigo hace no sé cuánto tiempo y te das cuenta de que lo que mantiene vivo ese hecho, no es más que tu propio recuerdo, tu propia atención mental, puedes tomar conciencia también de que perdonando, ese pensamiento se calma y aparece una sensación de bienestar que recorre todo tu Ser. Por lo tanto no perdonamos a nadie, no lo hacemos como un acto de redención o de bondad hacia l@s demás, es un acto de cuidado y de amor hacia un@ mism@

Creo en la naturaleza poderosa del perdón porque consigue que despertemos a la realidad de que no necesitamos que el otro nos perdone para perdonar. Podemos llegar a conquistar este estado del perdón por una elección propia, sin necesidad de nada o nadie más (incluso podría darse el caso de que la persona a la que perdonamos no lo sepa jamás). Este hecho significa creer en un@ mism@, aumentar el amor que sentimos por nosotr@s, lo que implica  aumentar la autoestima y el respeto hacia nuestro Ser. Todo ello nos otorga un poder indescriptible, un poder humano, valioso, amoroso y mágico, capaz de contribuir a grandes milagros en nuestras vidas.

 Perdonar es concederte a tí mism@ otra posibilidad para hacer las cosas de otro modo. Es convertirte en el adulto que te hubiera gustado tener al lado cuando eras niñ@. Es traspasar las barreras del tiempo para demostrarte que todo es una ilusión mental, incluido el tiempo. Es acercarte de manera responsable, libre y afectuosa a tu propio corazón. Es volver al hogar.

La mujer que me enseñó lo que es el perdón fue mi abuela. Tal vez un día, si así lo requiere, te cuente su historia.

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